La cirugía del LCA y del menisco son operaciones muy comunes y eficaces. Con la cirugía del LCA, en más del 80 % de los casos, la intervención restablece completamente el funcionamiento de la rodilla. Del mismo modo, el 90 % de los pacientes operados de menisco se recuperan completamente sin consecuencias a largo plazo.
Sin embargo, como ocurre con todas las operaciones, existe un cierto grado de riesgo y dependerá de una serie de factores, como la edad, el estilo de vida, el ejercicio y el historial de lesiones. Su cirujano puede hablarle con más detalle de estos riesgos y de si sus circunstancias específicas hacen más probable alguno de ellos.
a. Dolor en la parte anterior de la rodilla
La complicación más común de la cirugía del LCA es el dolor alrededor de la rótula. Afecta a algo menos del 20 % de los pacientes, pero es más frecuente en los que se han sometido a un injerto de tendón rotuliano, en el que se extrae el hueso de la rótula como parte de la intervención.
Estos pacientes también pueden tener complicaciones adicionales, como la fractura de la rótula y la rotura del tendón rotuliano, aunque son muy poco frecuentes.
Se cree que el típico dolor anterior de rodilla es el resultado de una mecánica alterada de la articulación y a menudo puede superarse con fisioterapia.
Si usted es un deportista y experimenta dolor en la parte anterior de la rodilla después de la cirugía, es doblemente importante que siga su plan de rehabilitación posoperatoria en su totalidad para tener la garantía de que la mecánica de la rodilla mejore y su dolor disminuya.
b. Infección después de la cirugía
El riesgo de infección es bajo (menos del 1 %) pero puede ser grave cuando se produce. Cuando la infección está dentro de la articulación de la rodilla, existe la preocupación de que el injerto del LCA se infecte. El cuerpo no puede combatir eficazmente la infección en el injerto, que en ocasiones se debe retirar para curar la infección.
Para minimizar cualquier riesgo de infección, es esencial que siga las instrucciones específicas de su cirujano tanto antes como después de la operación. Muchos cirujanos recomiendan limpiar la rodilla con jabón antibacteriano antes de la operación. También debe asegurarse de seguir las instrucciones de vendaje específicas después de la operación.
Si tiene signos de infección (principalmente en torno a los 7-10 días), como fiebre, escalofríos, aumento de la inflamación de la rodilla o dolor, informe a su cirujano lo antes posible.
c. Coágulos de sangre
El riesgo de que se forme un coágulo de sangre en el posoperatorio y cause problemas es muy bajo: menos de 1 de cada 1000 pacientes se ven afectados. Sin embargo, si su equipo quirúrgico considera que puede tener un riesgo mayor de lo normal, puede recibir medicación anticoagulante.
d. Sangrado dentro de la articulación de la rodilla
Conocida como artritis séptica, puede causar dolor e inflamación.
e. Daño accidental a los nervios del interior de la articulación de la rodilla
Puede producir pérdida de sensibilidad o entumecimiento (temporal o permanente)
f. Rigidez (artrofibrosis)
La rigidez después de la operación es común. Para minimizar la rigidez, es importante empezar a mover la rodilla rápidamente después de la operación.
Aunque la mayoría de los pacientes con rigidez posoperatoria responden bien a la rehabilitación física, una excepción es cuando se desarrolla una lesión de cíclope en el posoperatorio. Esto ocurre cuando se forma una bola de tejido cicatricial en la parte delantera de la rodilla, que impide que se enderece completamente. En este caso, puede ser necesaria una operación secundaria y más pequeña para limpiar el tejido cicatricial.
g. Debilidad e inestabilidad de la rodilla
Aunque las reconstrucciones del LCA y las reparaciones de menisco son intervenciones comunes y ampliamente practicadas con altas tasas de éxito, un pequeño número de pacientes experimentan debilidad y/o inestabilidad a largo plazo después de la cirugía. En algunos casos, puede ser necesaria una nueva intervención quirúrgica.
h. Fracaso de la cirugía
En un pequeño número de casos, la cirugía fracasa, ya sea porque la reparación no se recupera correctamente o porque el paciente no sigue los procedimientos de recuperación recomendados. En ese caso, puede ser necesario repetir la operación.
Los injertos del LCA son muy resistentes y la repetición de la rotura del injerto del LCA después de la operación es poco frecuente, pero no desconocida. Si se produce una nueva rotura del injerto, el cirujano evaluará en primer lugar si el problema está en el tejido injertado o en la propia intervención.
Si su injerto se realizó con tejido de autoinjerto (su propio tejido, del tendón rotuliano o del tendón de los isquiotibiales) será más resistente que su propio LCA. Lo más probable es que el fracaso de estos injertos sea un problema derivado de la propia intervención.
Si se utilizó tejido de aloinjerto (tejido de donante), es más probable que cualquier fallo se deba al propio tejido, ya que no es tan resistente como el propio, y se sabe que las tasas de rotura son más altas con este tipo de injerto.
Por eso, las personas con estilos de vida muy activos, incluidos los deportistas de competición, suelen optar por utilizar su propio tejido para la intervención, aunque la rehabilitación pueda ser más difícil como resultado.
Si cree que tiene alguna de las complicaciones detalladas anteriormente cuando esté en casa, póngase en contacto con su médico.
Referencias