Cada persona tendrá su razón, motivación o excusa para adoptar uno de nuestros naranjos. En este artículo contamos por qué nosotros decidimos ofrecer nuestros naranjos en adopción.
Los agricultores, al igual que cualquier persona, tenemos algunas preocupaciones a lo largo del año. Como todo en la vida: la mayoría de nuestros “problemas” tienen solución y otros simplemente debemos aceptarlos porque no podemos controlarlos. Los agobios no nos llevan a ningún lado. Precisamente cuando aceptamos el hecho de que no podemos controlarlo todo es cuando el problema deja de ser un problema y se convierte en un reto.
Nuestras preocupaciones como agricultores de naranjas son básicamente de dos tipos: la preocupación por riesgos naturales (impredecibles aunque en su mayoría asumibles) y la preocupación por riegos comerciales (en su mayoría incoherentes y no asumibles por un pequeño agricultor).
Riesgos de la naturaleza: heladas, granizos, vientos, plagas o cualquier otra “catástrofe natural”. Nuestros naranjos están plantados en una zona de clima mediterráneo con unas condiciones muy buenas para el cultivo cítricos. Aun así, hay semanas donde las bajas temperaturas pueden congelar parte de la cosecha, también hay días cuando el viento puede “arrancar” las naranjas de las ramas u otros días de granizo que puede dañar su piel. Estos riesgos aunque sean difícilmente o imposibles de predecir no tenemos otro remedio que asumirlos. Afectan a la cantidad de fruta, a su aspecto exterior y en algunos casos también a la cantidad de zumo o incluso a su sabor. ¡La naturaleza manda!
Riesgos de la comercialización: una de las grandes incertidumbres vivimos los agricultores y que más nos quita el sueño es conseguir vender la cosecha a un precio justo. En un mundo tan globalizado los pequeños agricultores nos hemos encontrado desamparados. Cada temporada empiezas a cultivar sin saber si podrás vender la cosecha ni a qué precio. En muchas ocasiones hemos estado obligados a vender nuestras naranjas por debajo de los precios de producción porque no había otra salida. Estos riesgos no son asumibles y se escapan de la lógica humana:
"¿Para qué voy a seguir cultivando?" "¿Cuál es mi motivación para producir calidad si luego quizás no pueda ni vender mi cosecha?" "¿Cómo puede ser que no quieran las naranjas más feas si por dentro están igual de buenas?" "No puedo contratar a un equipo si ni siquiera sé el precio de venta de mi producto."
Durante los primeros años de Naranjas del Carmen, no era raro el mes que mi hermano Gabriel y yo no podíamos pagarnos la nómina a final de mes. Cuando decidimos contratar a dos personas que nos ayudasen para poder continuar, nosotros compatibilizamos nuestro trabajo en Naranjas del Carmen con otros trabajos de los que poder cobrar una nómina.
Parte de nuestros riesgos comerciales los conseguimos cubrir con el CrowdFarming. Gracias a la adopción de nuestros árboles conseguimos adaptar nuestra producción a la demanda real de nuestra naranjas. Cultivamos los árboles sabiendo que cada uno de ellos tiene un dueño que paga un precio fijo de mantenimiento. Nuestra motivación se multiplica a la hora de cultivar por encargo directo de las personas que van a consumir la cosecha sabiendo que el esfuerzo merecerá la pena y que toda la fruta que cultivemos tendrá un final feliz.
Gonzalo Úrculo