Aún más que los vehículos térmicos, los vehículos eléctricos reducen su rendimiento en invierno. Los componentes químicos de las baterías se "congelan" con el frío, lo que incide en su autonomía y capacidad de recarga.

Para que la batería de un vehículo funcione de forma óptima, su temperatura debe rondar los 25°C.

Cuanto más baja es la temperatura, más se reduce la potencia de recarga de los vehículos eléctricos, lo que alarga el tiempo necesario para obtener una carga completa.

Ejemplo de curvas de recarga de un KIA EV6 en función de la temperatura exterior:

Siguiendo el ejemplo de Tesla, los fabricantes de automóviles han adoptado medidas al respecto para ofrecer un sistema de precalentamiento (o preacondicionamiento) de la batería en algunos de sus modelos.

De hecho, la mayoría de las veces, el trayecto hasta la electralinera no es lo suficientemente largo como para elevar la temperatura de la batería cuanto fuera necesario.

Por tanto, si bien los cargadores también sufren del frío, lo que repercute en la potencia que pueden suministrar, conviene recordar que es el propio coche el que impone limitaciones para proteger su batería.

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